lunes, 9 de marzo de 2015

Mi propia historia, a propósito de #enfocateentussueños

En cierto modo les debía una explicación a todos ustedes. Estos últimos meses he sido muy inconstante tanto en la cuenta de Twitter como en el blog pero es que mi salud no me ha permitido centrarme en ellos todo lo que me gustaría.

Lo que pasó fue lo siguiente. Viajé a Ecuador en mayo del año pasado debido a la enfermedad terminal de mi abuela y durante esos días recaí de unas molestias de rodilla que tenía bastante controladas en España gracias a la fisioterapia. Acudí a un traumatólogo en Guayaquil, que pretendió atajar mis dolores por la vía rápida con una cirugía. Al salir de quirófano ya no caminé más y sigo sin hacerlo hasta la fecha. Aunque me decían que todo estaba bien, que mi problema era "psicológico", las pruebas realizadas al cambiar de médico (casi cinco meses después) indicaban que la cirugía no había sido demasiado exitosa que digamos. Por respeto al proceso judicial que hemos iniciado no puedo dar mayores detalles, aunque la gravedad de los daños sufridos la tengo pertinentemente documentada.

¿Cuánto te cambia la vida si de un día al otro tienes que usar silla de ruedas? Cambia un mundo. Guayaquil no es una ciudad que esté hecha para personas con problemas de movilidad, no sólo por el caótico transporte público sino por la serie de barreras (veredas altas e irregulares, ausencia de semáforos para peatones, baños adaptados en los establecimientos) con las que te encontrarás en esta nueva condición. Pero bueno, es lo que me tocó enfrentar hasta que tuve la fuerza suficiente para pararme en dos muletas y hallar las mismas barreras, aunque con menor dificultad para superarlas. En un caso como el mío, en el que tienes que hacer terapia física tres o cuatro horas cada día en un centro lejos de tu casa, las cosas más cotidianas pueden volverse un auténtico incordio.

Pese a que lo más lógico parecía volver a España para realizar mi rehabilitación allá, en la práctica no era aconsejable emprender el retorno solo. Aquí en Ecuador cuento con la ayuda de mi familia, que ha sido fundamental en estos meses. Además, un viaje tan largo y con escalas, cambios de aviones, esperas y demás, sería poco confortable. Así que he intentado mantener el mejor ánimo posible dadas las circunstancias. Me entristece, eso sí, no poder estar con mis compañeros de canal en España, que están jugándose en el futuro de la televisión pública en valenciano. Ellos dándolo todo allá y yo aquí sólo dando apoyo moral.

Este no es todavía el momento adecuado para retomar la práctica de mi profesión de periodista. Hacer el trabajo de campo en los entrenamientos y partidos de los equipos de fútbol requeriría de mí una fuerza física de la que por ahora carezco. Además, con todos estos problemas (la demanda judicial, mi rehabilitación y el propio proceso de duelo que vivimos con mi familia) lo que menos quisiera es, como dicen en España, "meterme en un berenjenal", en una "camisa de once varas". Ya habrá tiempo.

Mientras tanto he seguido estudiando idiomas y he presentado mi solicitud para ser admitido en una universidad de Dinamarca para profundizar mis estudios de Comunicación. Mi documentación ya ha sido recibida y estoy en la lista de aspirantes que cumplen todos los requisitos. Veremos si al final del proceso supero los requerimientos para la admisión y, lo más importante, si estoy en condiciones de valerme por mí mismo en un país tan lejano. Todo dependiendo desde luego de la resolución del conflicto que vive RTVV, el canal de Valencia donde he trabajado desde que era un estudiante extranjero de Periodismo, allá por 2005. ¡Ay, los políticos! Siempre creando problemas en lugar de aportar soluciones.

Hoy que ha estado vigente en Twitter el hashtag #enfocateentussueños creí que era el momento oportuno para contarles lo que ha pasado. Para recordarles que se planteen objetivos a corto y mediano plazo para ser mejores. No digo ya sueños, que suenan tan abstractos, sino objetivos. Para que si les ocurre una desgracia como la mía hagan honor al refrán de las abuelas: "A Dios rogando y con el mazo dando". Para que exijan sus derechos a los médicos. No es lo mismo que en una operación ocurra una complicación fortuita a que haya evidencias fundadas de que los profesionales hicieron mal el trabajo que tenían encomendado en tu cuerpo. Para que busquen siempre una segunda o tercera opinión médica. Para que no confíen a ciegas, que su propia vida es la que está en juego.

En resumen, estemos sanos o no, debemos plantearnos objetivos. Esos pequeños retos son los que mantienen vivo el espíritu. Podemos correr tras esos desafíos incluso si nuestras piernas físicas ya no funcionan. La mente (alma. espíritu, o lo que sea en lo que crean) no necesita de ellas para emprender el vuelo.

¡Peleen por sus sueños, pero también por sus derechos!


Julio,

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